Fuente: La Razón // 01.03.2021
La potencial propuesta de crear un pasaporte o carnet sanitario que acredite la inmunidad frente a la Covid-19 ha disparado las reservas de viajes a España para el próximo verano. Sin embargo, este asunto sigue dividiendo tanto a la comunidad científica como a los Gobiernos ante la posibilidad de que incurra en discriminación y se adulteren así los principios básicos de la bioética y, por ende, los principios fundamentales de los ciudadanos. Federico de Montalvo, presidente del Comité de Bioética de España, pone negro sobre blanco en este polémico asunto.
–¿Qué garantías tendría un pasaporte sanitario sobre un virus que sigue mutando?
–Desde que comenzó a hablarse de este pasaporte existen tres objeciones. La primera, de naturaleza científica: la vacuna no ha demostrado que impida la transmisión, su objetivo es que la persona en cuestión no desarrolle la enfermedad. En segundo lugar, está la objeción de justicia: si pregunto a alguien si ha tenido la enfermedad no le estoy interrogando sobre lo más importante, por qué la ha tenido. De manera que al que ha podido ser irresponsable le estoy premiando, mientras que al que se ha quedado en casa y no ha cogido la enfermedad, le castigo. En tercer lugar, se alude al principio de responsabilidad: si empezamos a dar certificados y comienza a utilizarse en el ámbito laboral, habrá quien intente contraer la enfermedad para conseguirlo porque será la única vía de tenerlo.
–Ahora mismo no se vacuna quien quiere, sino quien «puede». ¿Un certificado en este sentido estaría generando ciudadanos de primera y de segunda clase?
–El problema es que mientras no haya acceso universal a las vacunas se está produciendo un doble castigo: ni se puede vacunar a quien lo desee ni se le dará un pasaporte.
–¿Es ético y legal, como propone Galicia, multar a quienes no se vacunen?
–La proposición de ley de Galicia no obliga a vacunarse, sino que crea un incentivo negativo. Es decir, si no te vacunas, te respeto, pero te sancionaré, mientras que al que lo hace, le premiaré. Es lo que están haciendo en Israel y ha dado muy buenos resultados. Esta medida no está diseñada para aplicarla mañana, sino que propone un marco legal en previsión de que las cosas se compliquen y haya un mayor rechazo hacia la vacuna.
–¿La vacuna nunca se planteará como obligatoria?
–En la estrategia de vacunación se plantea como no obligatoria, pero esto no significa que sea voluntaria, son dos conceptos diferentes. Si bien el derecho trata igual al que se vacuna como al que no lo hace, desde el punto de vista jurídico las consecuencias no son las mismas. Éticamente, el que se vacuna actúa de manera virtuosa. Que para el derecho no tenga consecuencias no significa que la decisión de no vacunarse es correcta o no. Además, no es obligatoria porque no resulta necesario que se vacune el 100% de la sociedad, con un 70% se alcanzaría la inmunidad de rebaño.
–¿El pasaporte tiene un fin meramente económico?
–En el momento actual, el fin que se persigue es la libertad de movimiento y, por lo tanto, la reactivación económica. Existe una relación directa entre economía y salud. Uno de los principales aspectos de la salud es el socioeconómico y un país empobrecido es un país que tendrá peor salud. Condenar el certificado por pensar que lo que pretende es únicamente reactivar la economía es gripar tanto la salud como la propia economía.
–¿La información serológica de cada persona no debería ser confidencial?
–Con este pasaporte no estás exponiendo un dato de salud, sino que se habla de haber pasado una enfermedad o haberse vacunado. Lo negativo es que las empresas empiecen a exigirlo para contratar a nuevo personal, es decir, no solo para el ocio y turismo. Este es el gran miedo y lo que podría generar graves problemas.
–Ante la aparición de nuevas cepas y mutaciones del virus, ¿qué sentido tiene un certificado de vacunación que no está probada para todas las variantes?
–Ese es otro de los problemas existentes. Un pasaporte físico como el Documento Nacional de Identidad (DNI) quedaría desactualizado con cada mutación del virus y el formato digital plantea serias dudas sobre la posibilidad de hackeo. Creo que la viabilidad real de este pasaporte se determinará en función de cómo lleguemos al verano.
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